Este arroz está inspirado en los sabores
de la comida oriental. Aromático y de un blanco intenso, es una variación
exquisita al típico acompañante. Las almendras y el cebollín le dan color a la
mesa, y le agregan textura al plato para lograr un acompañante ligero y
diferente.
Yo tengo una gran obsesión por las
tartaletas-bien sean de frutas, chocolate o frutos secos, para mí no hay nada
más rico que acompañar el café o té de a tarde con un pedacito de tartaleta.
Las de frutas son refrescantes, mientras que las de chocolate y otros sabores
tienden a ser mas densas. Así que variedad hay para todos los gustos.
¡Hoy es el gran día! ¿Se acuerdan que les
he contado que estoy trabajando en un nuevo proyecto? Pues hoy es el día en que
finalmente puedo compartir con ustedes el resultado de muchos meses de trabajo
y esfuerzo. Hoy comienzo una nueva etapa en mis aventuras culinarias, una que
me llena de orgullo, emoción, y sí, también de algo de miedo- porque como todo
proyecto, es un reto nuevo y significativo.
Hace algunos meses me mudé de Costa Rica
a Miami. Ha sido un proceso de adaptación grande. Desde casa e idioma nuevo hasta
las cosas pequeñas como el sabor de las frutas y vegetales.Yo encuentro por ejemplo que en Costa
Rica las frutas tienen más sabor. Quizás no lucen tan brillantes y perfectas
como las que se encuentran en el supermercado Americano, pues estas son de
apariencia tan perfecta que parecen de mentira. Pero nada se compara con el sabor
de una fruta cultivada a la antigua, en tierras tan fértiles como las Ticas.
Llevo dos meses sin escribir. ¡Dos meses! Pensarán que me
olvidé de este espacio que tanto quiero. Pero no. Lo cierto es que entre una
mudanza internacional y proyectos personales, hubo un período de adaptación.
Entre las grandes noticias personales que recibí: ¡voy a ser mama por tercera
vez! Y como muchos saben los primeros meses del embarazo traen consigo una
serie de síntomas no tan agradables que impidieron que fuese tan productiva en
la cocina como de costumbre.
Esta semana estuve experimentando con
ponqués. Esos queques o tortas que usualmente llevan apenas 4 o 5 ingredientes,
y que al salir del horno dejan la casa arropada con un aroma difícil de
resistir. A mí me fascina un ponqué. De vainilla, limón, o chocolate, puedo
comerlo en cualquiera de sus formas y a cualquier hora del día sin excepción.
Creo que debe ser porque las tortas siempre las asocio a ocasiones felices:
cumpleaños, fiestas o reuniones familiares, donde luego de una grata comida
siempre se termina con un buen postre.
Un mes. ¡Un mes que llevo desaparecida de
este blog! Para los que se preguntan por qué tengo
tanto tiempo sin aparecer por aquí, hay una explicación. Estoy en transición.
Transición de país, transición de proyectos y transición de vida. Todo ha sido un torbellino tan rápido
que apenas he podido sentarme a reflexionar y mucho menos a tomarme el tiempo
de escribir.
Por muchas razones en las
que no vale la pena ahondar, me estoy mudando de mi amada Costa Rica a Estados
Unidos. Fue un poco repentino y me ha costado mucho la despedida. Entre
empacar, despedirme de tantos amigos y conocidos y cerrar todos los detalles de
la mudanza, estuve muy ausente de este espacio en el que tanto me gusta
compartir. Espero no se hayan olvidado
de visitarlo de vez en cuando. Pero ya me encuentro en suelo gringo, con mis
dos chiquitos a cuestas y muchísimos proyectos nuevos que ya iré compartiendo.
¡Muy relacionados a la cocina por supuesto!
Así que pronto regreso
con recetas y detalles de los nuevos proyectos. Mientras tanto, estoy
desempacando mi cocina para pronto publicar de nuevo los experimentos
culinarios que tanto me gusta compartir con ustedes semanalmente.
Luego de hacer la torta cuatro leches me
sobró una cantidad nada despreciable de merengue. Como no me gusta desperdiciar
ingredientes y mucho menos trabajo, decidí ponerlo a buen uso y me surgió la
idea de hacer unas mini-pavlovas de mango y arándanos para una merienda rica, ligera
y refrescante.
En las familias latinas nunca falta la
abuela o la tía que guarda en sus archivos la mas preciada receta familiar: la
de la torta tres leches. Es un clásico de nuestra comida latinoamericana, y un
postre que para muchos es sinónimo de celebración. Los picos nevados que la
decoran, con su leve lluvia de canela, evocan en nuestra sangre Latina los
recuerdos más dulces. Desde piñatas a graduaciones, nacimientos y
celebraciones, la torta tres leches no puede faltar. Para mí, trae recuerdos
que inevitablemente me hacen sonreír y que me invitan revivir los momentos más
lindos del pasado.
Este año como el anterior, tuve la
oportunidad de diseñar y crear el menú para una piñata de dinosaurios. La
tentación siempre es hacer las cosas que uno ya conoce y ha intentado antes.
Eso facilita el proceso, minimiza riesgos y acorta el trabajo. Pero la verdad
es que a mí me gusta variar el menú, ponerme creativa y enfrentar nuevos retos.
En eso está la diversión, así que esta vez empecé de cero. Hoy les comparto el
resultado de este nuevo experimento, desde como monté la mesa, hasta las cosas
que serví.